Constituye un gran
acontecimiento de singular importancia para nuestra Parroquia que va a recibir
al que será nuestro Pastor, enviado por el Obispo. Deberá cumplir las funciones de enseñar,
santificar y regir con la colaboración de los fieles laicos de la
Parroquia. ¿Y como se celebra esa
entrada? Trataremos de explicar
brevemente los momentos más importantes de dicha celebración.
1- Recibimiento:
congregados en la Iglesia Parroquial para la misa, llegará a la puerta
acompañado por el Vicario Episcopal, Sr.Acipreste y otros sacerdotes:
probablemente le acompañen también el Alcalde y miembros de l Consejo Pastoral de
la Parroquia. Se le entregará la llave para
que habrá la puerta (suele ser la persona que habitualmente abre la Iglesia, o
bien un miembro del Consejo Pastoral) y se le ofrecerá agua bendita con la que
el nuevo Párroco asperjará al pueblo, como signo memorial del Bautismo que a
todos nos incorpora a Cristo. Con el
bautismo comienza nuestra vida cristiana, y con esa referencia al bautismo
comienza el nuevo Párroco. Le acompañarán
al Sagrario, para adorar un momento, y recorrerá la nave central, o Via Sacra,
para saludar el Altar Mayor en que oficiará la misa, a partir de ese dia.
2- Comienza la misa,
con la entrada solemne acompañada del canto.
Tras el saludo del que Preside hay una monición que situa a todos los
presentes ante lo que se va a celebrar, que suele leer un miembro de la
Comunidad Parroquial. Tras ella, el
Arcipreste lee el nombramiento del nuevo Párroco. A continuación el nuevo Párroco proclama la
Profesión de Fe (el Credo según le facilita el Vicario Episcopal, y cuyo texto,
después de proclamarlo ante la Comunidad Cristiana, tiene que firmar y
entregarlo al Vicario Episcopal para el Archivo del Arzobispado).
Es un momento que
conviene que sigamos atentamente y orando por el nuevo Párroco, para que con el
auxilio divino y la intercesión de nuestros Patronos logre realizar fielmente
el compromiso de ser testigo y educador de la Fe, con la enseñanza y con la
vida.
3- Evangelio: Siguen
las Lecturas de la Palabra de Dios, que suelen ser las propias del Domingo, y
para proclamar el Evangelio el Vicario Episcopal le entrega el Leccionario el
cual deberá ser proclamado por el nuevo Párroco, diciéndole estas palabras “Recibe el Evangelio de Cristo, del cual
fuiste constituido mensajero; anuncia su mensaje de salvación con deseo de
enseñar y con toda paciencia, por medio de la catequesis y de la homilía,
ayudando a tus hermanos a conformar su vida con la Palabra de Dios. En el nombre del Padre, y del Hijo † y del Espíritu Santo “. El nuevo Párroco
responde “Amén”.
Al acabar de
proclamar el Evangelio, la homilía la pronuncia el que preside la celebración,
el Vicario Episcopal.
4-Entrega de los lugares de la celebración. No es obligado realizar la entrega de todos
los lugares, pero suele hacerse en todas las ocasiones. Se le acompaña hasta
la Pila Bautismal, la venera y la besa porque allí introducirá a la vida
cristiana por el bautismo a los que ira bautizando.
Acuden al Confesionario, sede de la Penitencia,
y se sentará en el un momento para orar, y se le recuerda que ha de acoger con
amor a los penitentes y ser signo y instrumento de la misericordia divina.
Se le llevará ante el Sagrario y se le
invitará a orar y adorar ante el Santísimo, intercediendo por todo su pueblo,
así como llevar la Comunión a los enfermos.
Se le invitará que accione alguna de las campanas que sirven para convocar
a los fieles y avisar de las celebraciones de la Iglesia.
Finalmente se sienta en la Sede del
Presbiterio, como signo de presidencia en el amor al pueblo de Dios y signo de
que actúa en nombre, en la persona y con la autoridad de Cristo, como colaborador
del Obispo.
Antes de la Bendición
final el Párroco suele dirigir unas palabras de agradecimiento y de saludo a
los que concelebran, Autoridades y fieles presentes y finalmente impartirá la
Bendición. Pero antes de despedirse se
entona un canto o gozos al Titular o a un Patrón según la devoción de cada
parroquia, (aquí en Moixent los Gozos a las Santas Reliquias).