27 de abril de 2021

VIDA PARROQUIAL: NUEVA PINTURA DE CRISTO "APARICIÓN" EN EL PRESBITERIO

El Jueves Santo de 2021, dia 1 de abril durante la celebración de la Eucarística, el Párroco D.Lisardo, procedió a la bendición de la pintura Cristo "Aparición” que ha sido instalado en la parte baja de la calle central del Retablo del Presbiterio, en substitución de la imagen del Cristo del Perdón.
  Sabes que es la cabecera de la “Sede”.  Pronunciada la bendición, lo asperjó con agua bendita, y durante la homilía hizo alguna referencia
 
Cristo "Aparición" que notas enseguida que se trata de un estilo propio del siglo XXI, y que ocupa el lugar que primitivamente ocupo una pintura de Cristo Eucarístico, copia de Juan de Juanes.  El autor de esta nueva pintura es Waldo Saavedra (La Habana, Cuba 1961), tiene su firma en la parte de debajo de la pintura al lado derecho mirándola.  Sus dimensiones son 186cm de altura y 170cm de ancho.  Regalado a la Parroquia por un donante anónimo de Moixent. 
Álbum Parroquial nº2.  Puedes apreciar el anterior Retablo
con pintura de Cristo Eucarístico. Ahora en la Sacristía
Consagración Altar Mayor  5 septiembre 1964
Ya el anterior Cristo Eucarístico permitía descubrir el expositor en el que estaba colocada la Custodia con el Santísimo Sacramento.  Esta nueva pintura también esta instalada con un sistema mecánico de subida y bajada que permite contemplar dicho espacio interior.  Pintura nueva, instalación renovada y todo el espacio restaurado y renovado. 
 
Te proponemos nuestras primeras impresiones al contemplar la pintura, teniendo en cuenta algunas indicaciones referidas por el Párroco.  Nos parece en la primera impresión visual que destaca su rostro y enseguida sus manos. Esta semblanza del rostro recuerda la que actualmente reproducen muchos pintores inspirándose en los rasgos que se reconstruyen en el rostro figurado por la Sábana Santa.   Su mirada es directa e intensa, como “mirándote”.  Es un Cristo vivo que te mira, y a la vez te interpela, te pregunta, después de acogerte con la mirada.  Al encontrar su mirada, es como si entraras en un lugar habitado por una presencia: la Iglesia es el lugar donde se reúne la comunidad Cristiana que celebra a Cristo Resucitado, vivo para siempre.  Es un rostro con luces y sombras que destaca sobre una cabellera oscura, trazada sin detalles y llevada con naturalidad, con espontaneidad, sin retoques, como muchos de los jóvenes de nuestro tiempo.  No transmite emociones, como la alegría o la tristeza, sino que te contempla, te mira, como quien se interesa por ti y por el encuentro contigo.  Y enseguida atrae en tu mirada sus manos: firmes, fuertes pero en actitud de entrega, mostrando el pan partido, como dándose, que eso es la Eucarística “Tomad y comed, esto es mi Cuerpo…”.  Si el Cristo Eucarístico clásico mostraba una forma grande consagrada, aquí vemos el pan ofrecido, un pan blanco y tierno, pan tradicional, el de casa.  Así vemos que rostro y manos constituyen un primer conjunto de actitud acogedora y entregándose, como invitándote a participar en el banquete que cada se celebra ahí en ese altar.  Nos recuerda a Jesús Resucitado en su aparición a los discípulos de Emaús, quienes le reconocieron al partir el pan.

La pintura dice, sin hablar, con sus trazos y colores, el misterio grande que ahí acontece cada día.  Llama mucho la atención, con trazos algo más suaves, los ojos de lo que parece una cabeza de un león: qué sorprendente.  Hemos preguntando y, en efecto, el Párroco nos aclara que Jesús es considerado por los cristianos como el “León de Judá”.  Nos indicaba que al final del Libro del Génesis cuando los descendientes de Jacob estaban ya en Egipto para adquirir pan, como recuerdas, el mismo Jacob antes de morir reunió a sus doce hijos y les pronuncio un “Testamento profético”.  Al referirse a Judá hablo de un descendiente tan fuerte como un León que sometería a todas las naciones bajo su dominio.  El descendiente de la tribu de Judá que ha vencido al peor enemigo, la muerte, es Jesucristo.  ¿Y porque ésta ahí en esa pintura? Porque la Eucarística contiene el misterio de su muerte y resurrección que Él anticipó al instituir ese misterio.  Es más fuerte que la muerte, pero no la ha vencido luchando con grandes ejércitos, ni a base de poderes y fuerzas, sino en total obediencia al designio de Dios Padre, y entregándose amorosamente como un “cordero”.    Él mismo nos indicó: nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.  Por eso con el León no nos basta, y D.Lisardo nos hizo notar que algo más arriba, con trazos todavía más suaves se percibe de otra criatura, dos ojos suaves acompañados con el tenue perfil de una oreja, pero que al fijarte bien que se trata de la mirada de un cordero.  Y ahora sí que comprendemos mejor la pintura: el León de la Tribu de Judá ha vencido a la muerte entregándose a la muerte como cordero llevado al matadero.  Su fuerza, consiste en la entrega amorosa: es la victoria sobre la muerte.  Y por eso en la pintura también aparece, aunque tienes que fijarte mucho para percibirla, una cruz luminosa que recorre la pintura de arriba abajo y de izquierda a derecha, pero una luz muy suave que si no te fijas no percibirás. Esto que estamos comentando tiene también su fundamento bíblico en el libro del Apocalipsis 5, 1-14, en que se habla de una visión del trono celeste, en que el vidente, el evangelista Juan, “lloraba mucho” por que no se encontraba a nadie capaz de abrir un libro sellado con siete sellos, pero uno de los ancianos presentes en ese trono celeste dice “no llores más.  Sábete que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, y que puede abrir el rollo y sus siete sellos.  Entonces vi delante del Trono, rodeado de los seres vivientes y los ancianos, a un Cordero, en pie; se notaba que lo habían degollado y tenía siete cuernos y siete ojos – son los siete espíritus que Dios  ha enviado a toda la tierra-"
 
Un complemento de gran riqueza nos parece en relación con esto que estamos comentando la presencia de su Corazón que apenas percibirás en su pecho, pero que presenta una llama viva, encendida de amor: es el manantial de su fuerza. 
 
Pero aun no está todo: en la parte más alta percibimos como la figura de una paloma, muy blanca y delicada.  Sin duda se trata del Espíritu Santo, y es que Jesús es el Cristo, el Ungido por el Espíritu Santo, enviado por Dios para realizar la Salvación, que no solo movió a Cristo durante toda su vida pública y le sostuvo en su pasión, sino que ahora actúa en la iglesia para recordarnos su palabra y celebrar sus sacramentos, especialmente la Eucarística.  Así el Sacerdote en la Consagración invoca la acción del Espíritu sobre el Pan y el Vino para que se haga presente el misterio de Jesucristo en su entrega por la salvación del mundo.  Al contar los ojos que aparecen, como nos hizo notar D.Lisardo nos salen siete: es la referencia a los siete espíritus de Dios, que son como su mirada que abarca todo, pues para Él todo esta patente y manifiesto.  Nada se le oculta.  Pero todos los ojos muestran una mirada benevolente, como bendiciendo, todos te miran con ternura.
 
Todo el rostro de Jesús está rodeado por una tenue aureola o corona si bien en su frente se notan, aunque muy suaves unas pequeñas manchas de sangre que hizo brotar la corona de espinas , atravesada por una suave lluvia blanca, que recuerda el maná (el pan del cielo que los israelitas recibían cada mañana en su travesía por el desierto camino de la tierra prometida, como don de Dios que les sostenía por el camino); ese blanco del maná se percibe más intenso en el pan que Jesús parte con sus manos, pues Él es el nuevo maná, la Eucaristía, el verdadero pan del cielo, como expresaba también un escrito del Evangelio Juan capitulo 6.
 
Toda la base esta “asperjada” de la Sangre que recuerda el cáliz de la Eucaristía, porque podríamos preguntarnos ¿y el cáliz?.  Esta la sangre derramada como Jesús dice en la institución de la Eucaristía “derramada por muchos, para el perdón de los pecados”.  Con todas estas referencias a la Eucaristía lo más apropiado seria  llamarlo Cristo Eucarístico-2020, pero el autor es quien ha indicado como titulo "Aparición" sugiriendo que es una figura de Jesús envuelto de misterio, rodeado de símbolos en lugar de una figura nitida como acostumbramos a ver. Es como un eco de las Apariciones de Jesucristo Resucitado.

Tras la institución de la Eucaristía ingresó en la Pasión: su primera estación acontece en el Huerto de los Olivos o Getsemaní, que también aparece consignado en la pintura, pues se puede percibir, aunque concentrando mucho la atención sobre el hombro derecho según se mira, la silueta de un Olivo, en cuya base oro Jesús esa noche y mostró al Padre su definitiva disposición de “cumplir su voluntad”.  
Curiosamente también hay una pluma: guarda relación con lo que estamos comentando, pues al igual que el pelicano se auto hiere para alimentar con su sangre para alimentar a sus crías, Jesús está dispuesto a derramar su sangre por la salvación del mundo. 
Toda su obra de salvación que aparece reflejada en toda esta riqueza de símbolos permanece viva en la Iglesia que también está en la pintura: a tu izquierda en el angulo inferior percibirás si te fijas la silueta de una Barca que desde Pedro y los apóstoles viene atravesando los siglos de la historia.
 
Es una pintura de nuestro tiempo, contemporánea con nosotros, que quiere ser una puerta abierta para que los mogentinos del siglo XXI puedan sentirse acompañados y amados por el misterio de Cristo, presente en su Iglesia.  Enseguida que entras a la Iglesia te encuentras con él.  Finalmente destacamos la gran armonía de colores con todo el conjunto del presbiterio, pues está muy en consonancia con todo el colorido que presenta.  Perfectamente integrado en el.